¡Qué estrés!

Por: Dr. Vasco Eguía,
Gastroentérologo
Hospital HIMA•San Pablo Bayamón 
 
 

En el mundo moderno, vivimos constantemente rodeados de estímulos.  Por medio de los móviles y el ordenador, estamos constantemente conectados al trabajo, a las noticias, a nuestras cuentas de ahorros (o el recuerdo de las mismas).  En fin, nuestro tiempo de ocio parece haber sido invadido por la tecnología y ese terreno se ha perdido para siempre.  Un buen día nos levantamos y nos miramos al espejo y decimos, “tengo estrés”.  Utilizamos esa frase constantemente, como un grito casual de ayuda.  Soñando con vacaciones y pasadías que nunca llegan y, si llegan, no son realmente descanso porque los utilizamos para completar otras tareas, propagando así nuestro ajetreo matutino.

Algunos habrán escuchado de temas como el del estrés o el cansancio crónico, y que estos fenómenos abstractos afectan nuestra salud.  Sin embargo, continuamos nuestras vidas rutinarias haciendo caso omiso a estos fenómenos, catalogándolos como un derivado inevitable de nuestra vida moderna.  Obvio que estas cosas son más fáciles dichas que hechas, pero, como todo en la ciencia, tenemos que empezar por definir y entender el problema para lograr encontrar soluciones para el mismo.  En esta edición, vamos a desenmascarar el misterio del estrés y comenzaremos a tomar ciertas medidas para eliminarlo de nuestro diario vivir.

El estrés es una reacción natural del cuerpo a situaciones peligrosas o amenazantes, a la cual se le conoce como alostasis.  Durante la evolución, hemos desarrollado un mecanismo de alerta que el cuerpo utiliza para adaptarse y sobrevivir situaciones de peligro.  Tenemos que comenzar por diferenciar los tipos de estrés.  Hay una diferencia entre el estrés agudo y el estrés crónico.  El estrés agudo ocurre cuando pasamos un susto o una situación de emergencia.  Las glándulas adrenales liberan al corrente sanguíneo las hormonas a las que comúnmente se le conoce como adrenalina, pero que médicamente se les conoce como catecolaminas y glucocorticoides.  En fin, al liberarse estas hormonas, el cuerpo agudiza sus sentidos, aumenta nuestras respiraciones, la presión arterial y los latidos del corazón, en un esfuerzo de preparar al cuerpo para escapar de una situación peligrosa.  Por miles de años, utilizamos estos mecanismos para escapar del peligro o para defendernos de algo o de alguien.

En el mundo moderno, para la mayoría, no hay leones persiguiéndonos por la selva, pero nos topamos con distintas situaciones estresantes en nuestro diario vivir; para las cuales utilizamos esta reacción química corporal y logramos sobrepasarlas.  Esos momentos de estrés agudo, no tienen mayor consecuencia clínica ya que son pasajeros; nuestro cuerpo está preparado para utilizar esas hormonas y luego metabolizarlas, así retornando a la calma cuando estamos fuera de peligro.  Pero, ¿qué ocurre cuando nos topamos con situaciones estresantes a menudo, y/o cuando esos estresores se propagan días, meses y años?  Entonces estamos entrando ya en territorio de lo que se conoce como estrés crónico.  Cuando estamos rodeados de estresores constantes y a largo plazo, como las fechas límites en el trabajo, las caídas de la bolsa, los problemas de pareja, los tapones de tránsito (se ha probado que son muy estresantes), el cuerpo reacciona como lo ha hecho por miles de años, secretando catecolaminas y glucocorticoides.  Pero en este caso, ya que la persona está rodeada constantemente de estresores, el cuerpo está constantemente secretando dichas hormonas.  Entonces comenzamos a enfrentarnos a los problemas de salud que esta situación conlleva.

Múltiples estudios clínicos han determinado precisamente cuáles son los efectos del estrés crónico.  En otras palabras, el estrés no es algo abstracto, la medicina moderna ha dedicado caudales de tiempo y esfuerzo a estudiar este tema a fondo en busca de soluciones.  Y lo primero que debemos entender, en cuanto a los efectos del estrés, es que es un asesino silente.  Los efectos del estrés crónico vienen a relucir años más tarde.  A medida que secretamos las hormonas del estrés, éstas comienzan a acumularse en el cuerpo, de tal manera, que dejamos de metabolizarlas como ocurre con el estrés agudo.  Estas hormonas a largo plazo van a causar daño y deterioro a nuestro cuerpo.  Algunos de los efectos en la salud más comunes debido al estrés crónico son:

  • Problemas digestivos, específicamente un aumento en la acidez estomacal y un aumento en el tránsito intestinal.  Como consecuencia podría desarrollar úlceras estomacales y/o diarrea crónica.
  • Obesidad.  El estrés nos trae ansiedad, y esto, por medio de un aumento en la glucosa nocturna, nos produce un aumento en el apetito.  La obesidad trae otros problemas de salud como la diabetes, problemas cardiovasculares, entre otros.
  • El sistema inmune se debilita y queda la persona a riesgo de enfermedades infecciosas, como los resfriados y el “flu”.
  • El sistema nervioso se ve altamente afectado, teniendo como consecuencia, la ansiedad, depresión, pérdida de sueño y falta de interés en actividades físicas.  La memoria y la habilidad de decidir pueden verse afectadas negativamente.
  • El sistema cardiovascular, ya que aumenta la presión sanguínea, las palpitaciones del corazón y las grasas en la sangre (el colesterol y los triglicéridos).  Todos esos efectos son factores de riesgo para las enfermedades cardiacas, la aterosclerosis, los derrames, la obesidad y la diabetes.

Ahora que conocemos lo que es el estrés y los efectos que puede tener en nosotros, es hora de descubrir si en efecto sufrimos de este mal y qué podemos hacer al respecto.  Cuando tenemos estrés agudo es más fácil auto-detectarlo ya que sentimos los efectos inmediatos de la ansiedad, el nerviosismo y la preocupación.  El estrés crónico tiene otros síntomas; por lo general, la persona que sufre de estrés crónico sentirá:

  • Cansancio excesivo
  • Depresión
  • Cambios en el apetito
  • Ataques de alergia y/o problemas en la piel
  • Pérdida del cabello
  • Dolor de pecho y/o palpitaciones
  • Mareos o temblores
  • Disfunción sexual o pérdida del deseo sexual
  • Cambios del ciclo menstrual
  • Dificultad para dormir

Para combatir el estrés, la mejor herramienta será evitarlo.  Sin embargo, esto obviamente no resulta tan fácil de lograr.  A veces los estresores son inevitables y debemos aprender a enfrentarlos adecuadamente.  Aquí algunos consejos:

  • Identificar los estresores en nuestra vida.  ¿Qué cosas o situaciones me causan estrés?  Este es el primer paso para poder enfrentarlos y sobrepasarlos sin mayor trauma.  Para resolver un problema, debemos descubrir su raíz.
  • Técnicas de relajación y respiración.  Ya una vez los estresores están identificados, y de no poder evitarlos, podemos buscar relajarnos y retornar a la calma luego de enfrentarnos a estos estresores.  Una buena idea podría ser buscar un ritual relajante que la persona encuentre le ayuda.  Como por ejemplo, apagar las luces y meditar en silencio, tomar un momento de quietud para respirar profundo o hasta escuchar un poco de música suave.  En fin, separarnos física y emocionalmente del estresor y reabastecer la calma en nuestro día.
  • El ejercicio es imprescindible.  Nos ayuda a metabolizar las hormonas del estrés, a descansar mejor, y a sentirnos con más alegría y energía para enfrentar nuestro diario vivir.
  • Una dieta saludable y balanceada.  Dicha dieta nos ayudará a contrarrestar los daños a la salud causados por años de estrés, como la obesidad, problemas cardiacos y problemas emocionales (la obesidad está altamente relacionada con la depresión).
  • ¡Dormir, dormir y dormir!  Si vas a hacer una sola cosa de las que recomiendo en este articulo, que sea dormir.  Debes dormir al menos ocho horas, cada día.  Es el momento en que tu cuerpo se recupera, se organiza y se prepara para enfrentar el ajetreo diario.   El buen sueño es tu defensa más efectiva.

Cuando el estrés es liviano, estas técnicas podrían ser de gran ayuda.  Por otra parte, algunas personas sufren de estrés más severo.  Dichas personas recibirían un gran beneficio al visitar a su médico y buscar ayuda.  Existen muchos tratamientos, tanto farmacológicos como psicoterapéuticos, para combatir efectivamente este mal tan común.

El estrés es real y desafortunadamente nos rodea a diario, pero no debemos permitir que nos domine y que nos afecte.  Espero que este artículo pueda servirles como guía para encontrar un poco de paz y tranquilidad en un mundo de estímulo constante.  Y como siempre, no espere a que sea muy tarde para buscar ayuda.  Hay una multitud de herramientas y profesionales de la salud que pueden ayudarle a combatir el estrés.

*https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/stress.html